La obra de Luz y Sonido puede apreciarse todos los días, siempre y cuando no llueva, desde las 19 en el predio.
Las técnicas de la obra son proyecciones sobre pantallas de brumas de agua, adonde se muestran a las figuras como espectros, los que interactúan con personajes digitales, combinadas con luces multicolores y un sonido cuadrafónico.
Las funciones están preparadas para un público que no supere las cien personas, debido a que así se pueden vislumbrar los detalles que se exhiben en los cuadros.
La
utopía de dos mundos distintos, que creen en un solo Dios, y que están
en la búsqueda de la Tierra sin mal, es la nueva propuesta.
Actores
virtuales, efectos multimedia y un despliegue artístico y tecnológico
que hacen las maravillas de un nuevo ofrecimiento multicolor y que puede
ser escuchado en otros idiomas a través de dispositivos individuales
que ofrece la organización.
La
obra, aunque es una interesante expresión de imaginación y tecnología,
no alcanza para establecer la experiencia rutinaria de las Reducciones
Jesuítico Guaraníes, pero logra ilustrar importantes momentos de la
historia, particularmente en momentos cruciales de la historia, tales
como los asaltos de los bandeirantes o la orden de expulsión de los
sacerdotes.
Entre
las escenas, también hay ciertas reminiscencias a la obra de Horacio
Quiroga, cuestiones que enriquecen el contexto del lugar adonde se
muestra el espectáculo.
El
cierre de la función de Luz y Sonido muestra el avance de la implacable
naturaleza que devora las construcciones con su reverdecer, una
imperdible muestra de arte.
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